Los Nazis exiliados en España.
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Las dudas razonables sobre el supuesto fallecimiento del doctor Aribert Heim, conocido como el «Doctor Muerte», en Egipto en la década de 1990 del pasado siglo, reabrieron su búsqueda en el lugar dónde siempre se sospechó que había estado: la costa mediterránea de España. En 2005, por primera vez en su historia, la policía española abría una investigación para encontrar a uno de los últimos criminales nazis vivos más sanguinario.
A la caza del monstruo nazi. En junio de 1997 una delegación del centro Simón Wiesenthal, con sede en Los Ángeles (California), reclamaba al presidente español en ese momento, José María Aznar, un acto de justicia y pedía la extradición de los criminales de guerra nazis que seguían refugiados u ocultos en España. Una petición rechazada curiosamente por el anterior gobierno socialista de Felipe González.
La dictadura franquista, un refugio nada discreto para antiguos nazis
ODESSA, (Organisation der ehemaligen SS-Angehörigen), era la Organización de Antiguos Miembros de la SS. Una asociación secreta desarrollada por cabecillas nazis, que una vez acabada la guerra pusieron todos los medios a su alcance para ayudar a escapar a miembros de la SS. Las huidas eran para evitar juicios o represalias, se hacían desde Alemania a otros países donde estuviesen a salvo de ser juzgados. Antes de los juicios de Nuremberg o, posteriormente, del Tribunal Internacional de La Haya, se sospechan centenares de fugas de jerarcas y miembros destacados del partido nazi. Estas huidas se planificaban sobre todo hacia América Latina y mucho más cerca, a España.
Su actividad fue intensa en la península Ibérica y con el consentimiento casi oficial del régimen franquista, ODESSA organizaba los viajes, los cambios de identidad y buscaba los mejores “refugios” para estos huidos de la justicia aliada, del Juicio de Nuremberg primero y de la administración democrática germana (la que sería la RFA, la Alemania Occidental) después. Madrid pudo ser, dirigida por el «héroe del rescate de Mussolini», Otto Skorzeny, una guarida de lobos nazis. El lugar donde, sin problemas policiales, el ideólogo de ODESSA, que ahora se constata que fue el mismo Skorzeny, jugó al gato y al ratón contra el mítico «cazanazis» judío Wiesenthal.
Un ejemplo de la impunidad de actos es que Otto Skorzeny vivió a caballo entre Madrid y las Baleares, donde moriría en 1975. Durante esos largos años vivirá en España sin ser interpelado por las autoridades españolas ni una sola vez, a pesar de las presiones de los servicios secretos judíos. Pero el nazi más conocido y que llegó a tener implicación social en la España de la «Transición democrática» fue León Degrelle, conocido con el alias español de León José de Rodríguez, que ayudó a fundar la asociación neonazi conocida como CEDADE.
Un ex general de la SS, andaluz de adopción
Blas Piñar, fundador de Fuerza Nueva, partido de ultraderecha, patrocinó el cambio de identidad y nacionalidad de Leon Degrelle, General de la Waffen SS y líder del movimiento nazi en Bélgica durante la II Guerra Mundial. Su “madre adoptiva” sería una señora de abolengo linaje andaluz. Entre su historial militar destaca su fiereza y la crueldad en el cuerpo a cuerpo. Quien mataba a un hombre con sus propias manos en tiempos de guerra era considerado por los jerarcas nazis un héroe, y como tal fue condecorado Degrelle. Hitler diría de él: “si alguna vez tengo un hijo, me gustaría que fuese como Leon Degrelle”.
Una pista falsa y un caso sin cerrar. Verano de 2005, inspectores del Grupo de Localización de Fugitivos buscan el rastro del «Doctor Muerte» por la costa levantina. Hay una pista más que fiable, basada en la descripción física coincidente realizada por varios testigos, vecinos de la zona, del anciano alemán de 1,90 m. que en los años cincuenta y sesenta recibía en su villa a otros caballeros extranjeros, todos elegantes y discretos. ¿Reuniones de ODESSA?
Los inspectores registraron la casa de arriba abajo. Tomaron huellas, contemplarían los cuadros de Himmler y Hitler en marcos dorados, puede que alguno se atreviese a acariciar las figuras de bronce de aguerridas amazonas wagnerianas. Hasta se harían fotografías con la esvástica que con poco disimulo decoraba una entrada al jardín. Todo eso fue llevado a los laboratorios de la Central de Madrid, cotejados con los colegas alemanes y sus datos en Berlín.
Resultado de todas las pruebas y análisis: negativo. El esbelto anciano alemán que residía en la costa española no era el «Doctor Muerte». El cadáver aparecido en Egipto en 1997, tampoco. Sin cuerpo, el proceso de búsqueda judicial podría seguir abierto por tiempo indefinido. No obstante, la policía española tuvo que abandonar pronto la búsqueda y el apoyo a los agentes judíos. La lucha anti terrorista contra el yihadismo islámico comenzaba a tener máxima prioridad.
Gustavo Adolfo Ordoño -Historiador y periodista-
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