Mary Shelley, la minusvalorada autora de Frankenstein, pionera de las novelas de Ciencia Ficción
En AntiguoRincon somos auténticos fans de Mary Shelley. Considerada pionera en el género de la ciencia ficción, Shelley también supone toda la fuerza creativa femenina en tiempos, entre el siglo XVIII y XIX, donde la mujer comenzaba a reivindicarse. Mary Shelley y su obra cumbre, Frankenstein, han cumplido más de 200 años. Los méritos que están detrás de la creación de esta novela son muchos. Primero y más llamativo sería que es obra de una casi adolescente. Que fue una joven que ante un reto literario creó una novela eterna. Novela que ha sido influencia de numerosos trabajos posteriores en el incipiente género de la ciencia fantástica. Y que con esa historia, donde se argumentan hechos tan fascinantes como resucitar materia muerta con datos científicos de la época, se convertiría en pionera del género de la ciencia ficción.
De esta obra se ha hablado mucho, tiene incontables versiones, pero la más popular se ha asociado al cine y en concreto a la versión con el genial actor Boris Karloff, identificado para siempre con la imagen del “monstruo” más universal. Una vinculación que ha llevado a esta creación literaria a ser también modelo en otros géneros como el terror y el fantástico. Es evidente su relación con el fenómeno zombi, por ejemplo. Sin embargo, su vertiente científica ha pasado siempre mucho más desapercibida.
Sorprende, por su juventud (19 años), lo bien documentada a nivel de ciencia de su época que estaba Mary Shelley, como queda reflejado en cada página de su novela, Frankenstein. El uso de la electricidad, elemento aún en pañales en esos tiempos, como recurso científico para dar vida al “monstruo” es toda una genialidad. Otro dato que debe vincular esta obra más a la ciencia ficción que al terror es que la creación de Frankenstein es la primera creación de un ser vivo en la historia de la humanidad con base científica, no es una creación de la naturaleza o religiosa. Ahora, en nuestros tiempos, no es ficción crear “vida” a través de la ciencia, en un laboratorio de bioquímica, por ejemplo.
Como decíamos, Frankenstein, además de convertirse en un clásico de la literatura universal pasó a formar parte del imaginario popular. Su influencia en otras manifestaciones artísticas ha llevado a fenómenos como el de ser uno de los disfraces más populares en las fiestas de Hallowen. La mujer que creó con su imaginación este icono ya universal, Mary Shelley, nacía un 30 de agosto de 1797 en Londres. De familia culta, su padre era el filósofo William Godwin y su madre la escritora y feminista Mary Wollstonecraft, autora del alegato Vindication of Women Rights. Sin embargo, de su madre poco tiempo pudo disfrutar y recibir influencias culturales. Escasos meses después de nacer ella, su progenitora fallece de unas fuertes fiebres. La pequeña recién nacida se queda, junto su hermana mayor Fanny, al cuidado del inexperto filósofo en tareas paternas.
Su padre, un hombre introvertido, se vuelve a casar con una viuda que ya tenía dos hijas. Además, esta nueva esposa le daría un nuevo vástago. Así, Mary se educaría en un entorno familiar algo impostado, obligado por las circunstancias sociales, compartiendo educación con un padre complejo y una madrastra más preocupado en sus hijos naturales. Es anécdota del extraño ambiente familiar, que de niña se evadiese al cementerio de Saint Pancras, donde estaba enterrada su madre. Por lo visto, sobre la lápida comenzaría a leer y escribir por ser un sitio tranquilo y que le inspiraba. Contrariamente a lo que debía ser, su padre no le afeaba esa conducta extraña y le solía acompañar junto a su hermana Fanny a la tumba de la madre donde practicaban la lectura.
Teniendo solamente 16 años de edad, en 1814, Mary se marcha de casa y huye del país para casarse con el poeta Percy Shelley. La relación tenía un origen tormentoso, pues se inició estando todavía casado Percy. Tuvieron que dejar el país no solo por el escándalo social, también por la necesidad de vivencias nuevas del poeta, que buscaron por Francia y Suiza. A esos viajes vivénciales se les uniría un amigo de Percy Shelley, el también escritor y ahora célebre Lord Byron.
Su “huida a ninguna parte” acabaría en un singular paraje de la costa italiana, la localidad de La Spezia. Allí se formaría una especie de «comuna liberal», pues la esposa de Percy Shelley seguiría hasta allí a la pareja y se rumoreaba daba celos al infiel marido acostándose con Lord Byron. Entre la leyenda de la literatura y la historia real, se comentó que a esa villa italiana acudieron varias hermanas (hermana y hermanastras) de Mary, que vivieron atormentados romances en “comuna” con el triste resultado del “suicidio romántico”. Es cierto que la primera mujer de Percy Shelley se suicida en 1816, lo que aprovechan él y Mary para casarse. De ese matrimonio nacería el único hijo de la autora de Frankenstein, también llamado Percy como su padre.
Si hacemos caso a la anécdota que ella mismo escribió en el prólogo de la edición de Frankenstein en 1831, el origen de la novela y la historia de Victor Frankenstein estaría en una apuesta. Una noche de finales de junio en 1816, Lord Byron quiso organizar una reunión literaria con todos los viajeros que por entonces estaban alojados en una villa de los alrededores de Ginebra. No podían salir de excursión, fue un día con una gran tormenta y decidieron contar o leer cuentos de terror para no aburrirse. La joven Mary recordó en su turno una pesadilla reciente, de su narración nacería la novela de Frankenstein o el moderno Prometeo.
Si os ha interesado este tema os recomendamos los vídeos de Luna González Alijarcio acerca de Mary Shelley y Frankenstein.
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