Hay bibliotecas que se han hecho una muy buena prensa. Una buena fama y que se nos vienen rápido a la cabeza; como la British Library, la Biblioteca del Congreso (EEUU), la Biblioteca Nacional (Madrid, España). Sin embargo, existen otras bibliotecas con menos historia o menor celebridad aunque con tanta o más belleza arquitectónica. Además, en muchas ocasiones su riqueza en fondos bibliográficos supera a esas biblioteca insignia. Comenzaremos por las menos conocidas.
La Biblioteca del templo Haeinsa, en Corea del Sur. Cuando se viaja al lejano Oriente, se suele pensar y planificar un viaje al Japón. Olvidamos la opción coreana y la vietnamita, países con un patrimonio histórico cultural tan rico como el nipón. Conocer este templo-biblioteca de Haeisa será una experiencia única. En sus fondos milenarios están las famosas escrituras budistas Tripitaka Coreana. Las estanterías en hileras de madera dan una sensación de fragilidad que es increíble se mantengan en pie y hayan sobrevivido a incendios o a bombardeos como los de la Guerra de Corea.
La Biblioteca Alejandrina, Egipto, de la actualidad no es la mítica biblioteca de Alejandría de la época ptolemaica. Este centro de cultura sufrió como ninguno el ensañamiento del poder contra la cultura y el saber. Fue destruida varias veces, quizás tenga el récord de la biblioteca más destruida de la historia. La actual biblioteca es una impresionante construcción joya de la arquitectura moderna, edificada muy cerca de las ruinas de la antigua biblioteca de Alejandría. En la Antigüedad se decía que albergaba millones de documentos, algo que sigue siendo verdad en estos días, con más de ocho millones documentados.
La Biblioteca del Trinity Collage, en Dublín, es la biblioteca de universidad más antigua de Irlanda, el Trinity Collage, fundada en 1592. También se considera una de las más antiguas bibliotecas de carácter único universitario del mundo. Entre sus pasillos de aires solemnes, destaca el principal de la Sala Larga. Es una galería muy extensa, construida entre 1712 y 1713, con más de 200.000 volúmenes que son los más antiguos de la biblioteca. Son más de 65 metros en hileras de estanterías por las que hacer un viaje en el tiempo. Foto De Patrick Theiner
Biblioteca del Clementinum, Praga, República Checa, es un ejemplo en la antigua Checoslovaquia de la arquitectura típica del Imperio Austrohúngaro. En la actual República Checa y su capital Praga, existe una muestra de ese estilo arquitectónico, tan solemne y mezcla de estilos barroco y neoclásico, como podemos ver en la biblioteca Clementinum. El fresco del techo, del pintor Jan Hiebl (siglo XVII), representa el ‘Templo de la Sabiduría’. Un decorado muy acertado pues la biblioteca cuenta con miles de volúmenes, muchos de ellos dedicados a la teología, la ciencia de los templos.
La Biblioteca George Peabody, en Baltimore, de Estados Unidos, tiene una singular historia. Financiada por Mr. Peabody, por eso lleva su nombre, se edificó en el campus de Baltimore de la Universidad de John Hopkins. Su arquitecto, Edmund G. Lind, empleó un estilo “neo-grecolatino” usando mármoles en tono pastel y grandes cristaleras que la llenan de luz, con el resultado de un encantador edificio para consultar sus miles de libros catalogados. Una de las curiosidades de esta biblioteca estaría en los ilustres visitantes de la historia estadounidense que tuvo desde su apertura en 1878 y que ahora se emplea como salón de ceremonias nupciales.
La Biblioteca de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, (España) se cuela en esta lista entre las más curiosas, bellas y desconocidas de la historia de las bibliotecas. Unos arcos paralelos de 14 metros de altura, pertenecientes a un antiguo depósito de aguas, edificio de finales del siglo XIX con, dicen, aportaciones del mismísimo Gaudi, alberga la biblioteca de la Universidad Pompeu de Fabra. Delicia arquitectónica con un fondo bibliográfico de calidad.
Biblioteca del Real Monasterio del Escorial, en Madrid. Cerca de la capital de España está la biblioteca imperial. Mandada construir por Felipe II para atesorar toda la ciencia que pudiese ayudar a administrar su vasto imperio, además de los libros teológicos imprescindibles para su católica majestad. Una de las visitas obligadas cuando se quiere conocer la capital de España, Madrid, sería la del Monasterio del Escorial. Porque aunque Felipe II hizo capital española a Madrid, las decisiones de gobierno se tomaban a cuarenta kilómetros de allí.
Ese singular complejo arquitectónico, fue palacio, monasterio y dependencias administrativas del imperio. Felipe II, lo mandó construir en el siglo XVI en conmemoración de la victoria en la batalla San Quintín (10 de agosto, San Lorenzo).
Ordenando que una de las principales edificaciones fuese la biblioteca. Construida con planta basilical, su salón principal se asemeja más a la girola de una catedral barroca que a una sala de lectura. Pero no se engañe, no contiene arte suntuario religioso, alberga joyas bibliográfica de gran interés y valor.
Equipo documentalistas de AntiguoRincon.com
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