Retraído y en cierta manera demasiado tímido para ejercer su cargo, Felipe II prefirió ser un monarca encerrado en su despacho del palacio-monasterio de El Escorial. Desde allí gobernó gestionando los innumerables asuntos que de sus también numerosas posesiones le llegaban cada día. Su obsesión por controlar personalmente hasta al más nimio de los […]