El enigmático Cristóbal Colón
Colón, el Almirante de la Mar Oceanía, nunca llegó a aceptar que se había equivocado. Murió convencido de que había llegado a las Indias orientales. Una vanidad que es causante también del embrollo biográfico de Cristóbal Colón, que no quiso aclarar –por ciertos prejuicios- ni sus orígenes ni su fecha exacta de nacimiento.
Nunca un error ha sido tan celebrado y polémico en la historia de la humanidad como el que tuvo este navegante experimentado, de incierto origen genovés, cuando aseguró a sus majestades católicas que había dado media vuelta al orbe y llegado a la India. De ahí, como todo el mundo sabe le viene a los indígenas americanos la denominación de «indios».
En ese misterio pretendido que encubre sus orígenes estaría de cómplice su hijo Fernando (o Hernando) Colón, su primer biógrafo. Parece que la vanidad familiar pretendía ocultar unos muy modestos orígenes, casi de pobres menesterosos, provocando un interés por confundir su linaje y lugar de nacimiento. No obstante, el origen más contrastado es el de genovés. Existe documentación comprobada que le hace grumete y marino humilde en diferentes expediciones genovesas, donde va ascendiendo en puestos de marinería hasta capitanear las embarcaciones. Como capitán consigue encargos comerciales por todo el Mediterráneo, Irlanda e incluso Inglaterra y por las islas portuguesas del Atlántico.
Esa ciudad-estado, Génova, no era Italia aún y como los venecianos, sus hombres de mar eran considerados marineros expertos y muy apreciados que se convertían con facilidad en mercenarios de otros reinos o estados. Ese era el «oficio» de Colón y de su entorno social, pues casó con la hija de uno de los colonizadores de la isla de Madeira, el portugués también de origen italiano, Bartolomé Perestrello. Colón había llegado a las costas portuguesas en 1476, de manera algo misteriosa, como superviviente de una batalla naval entre corsarios y su buque mercante. A pesar de ello, a partir de ese año y de sus casi diez años en Portugal, la biografía de Colón comienza a “aclararse”, a estar mejor documentada.
Una curiosidad: América debería llevar el nombre de Felipa, mujer de Colón
D.ª Felipa Monis de Perestrello, hija del colonizador para Portugal de las islas atlánticas don Bartolomé Perestrello, fue una mujer clave y muy influyente en la vida del navegante. Entre otras cosas porque Colón no llegó a conocer a su influyente suegro, muerto poco antes de 1480 cuando se celebró la boda. Felipa era de cuna noble portuguesa, bien situada en la corte de Lisboa, y sin duda la persona que ayudó a Colón a integrarse en el ambiente de expedicionarios portugueses por el Atlántico, que sería una especie de “escuela de descubridores” donde Cristóbal Colón adquiere las bases para su gran proyecto.
Colón tuvo en su mujer la mejor fuente intelectual para proyectar el viaje navegando hacia el oeste y llegar al anhelado extremo oriente que narraba Marco Polo. La fortuna de poder consultar toda la documentación reunida por el padre de D.ª Felipa, desde excelentes mapas del Atlántico, hasta “señales” de tierra y vida más al oeste de restos recogidos en alta mar traídos por las corrientes marinas. Es probable que la prematura muerte de Felipa, en 1485, fuese la responsable de que el proyecto de Colón no interesase, al perder el aval familiar, al monarca portugués y de la marcha a España a buscar el apoyo de la corte castellano-aragonesa.
Sin la inspiración y apoyo de una mujer, Felipa, el proyecto colombino no tendría raíces; pero no sería realidad sin el apoyo de otra dama, la reina Isabel de Castilla. Los historiadores especialistas aseguran que Portugal rechazó el plan de Colón sobre todo por exigir éste que la ruta se iniciase en las Canarias y así aprovechar los necesarios vientos alisios. El Tratado de Alcaçovas (1480) donde se dejaban las Canarias a los castellanos y las Azores, Madeira y Cabo Verde a los lusos, impedía poner en marcha el proyecto. Recién salidos de una guerra con los castellanos, no era plan volver a otra cuando Portugal se enriquecía con sus rutas africanas sin tener que emprender otra incierta a todas luces que molestase a sus vecinos. Así, Colón marcharía a Castilla a buscar otro prestigioso promotor.
La comisión de expertos de los Reyes Católicos, como hizo la portuguesa, desautorizó los cálculos de Colón para circunnavegar la tierra y llegar a la India por el oeste. Colón pudo pensar en Francia o en Inglaterra como nuevos patrocinadores. Sin embargo, resultando otro «enigma» en su vida, el navegante prefirió dar otra oportunidad a Castilla convencido por el confesor de la reina, fray Juan Pérez. No sabemos qué “secretos de confesión” de la reina usó Pérez para convencer a Colón de que la reina confiaba en su plan, pero el 12 de octubre de 1492 la historia del mundo entraba, por error, en una nueva era. El resto es historia.
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Gustavo Adolfo Ordoño
-Historiador y periodista-