El coronel Von Stauffenberg, el hombre que quiso matar a Hitler

1 julio 2024

 

En la historia de la Segunda Guerra Mundial se han tratado infinidad de temas, casi todos los posibles, sin embargo hay uno poco tratado: la «Resistencia alemana anti-nazi» no siempre bien valorada y muy desconocida.

El coronel Von Stauffenberg llevaba un parche en un ojo por las heridas causadas en las batallas norteafricanas a las órdenes del general Rommel. Su vanidad aristocrática le hacía colocarse un ojo de cristal antes de cualquier reunión social o despacho con otros oficiales del ejército alemán. Ese arreglo de su aspecto personal le sirvió de excusa para preparar en la intimidad de un despacho contiguo a la sala de reuniones de la «Guarida del Lobo», el cuartel general del führer en Ratesburg, la bomba que colocaría a los pies de Hitler y su Estado Mayor el 20 de julio de 1944.

El atentado contra Hitler conocido como Operación Valquiria ha sido relacionado como el último de una serie de atentados fallidos contra Adolf Hitler, führer del III Reich alemán. Sin embargo, este atentado merece una mayor atención no solo por casi conseguir su objetivo sino también por suponer una muestra histórica de la existencia de una resistencia interna, una oposición a Hitler en Alemania, no suficientemente estudiada y valorada.

 

Operación Valquiria o Valkiria

En la RDA, la Alemania del bloque comunista, surgida durante la Guerra Fría, a los antinazis se les encumbró, sirviendo de base para construir una identidad nacional. Esos luchadores antifascistas –muchos etiquetados como comunistas, sin serlo- fueron los «fundadores» de una sociedad germana comunista. La propaganda soviética quiso matizar que la mayoría de estos héroes en la Alemania que ocupaba Moscú, eran los miembros del clandestino partido comunista alemán o judíos de la resistencia surgida en algunos guetos. El coronel Von Stauffenberg formaba parte de la élite militar germana y provenía de una familia aristocrática. ¿Cómo acabó colocando una bomba a los pies de Hitler?

Son cientos los libros sobre este militar aristocrático, varias películas y documentales, por lo que acercarse a su figura podría parecer sencillo. Todo lo contrario. La magnitud y espectacularidad de su acto ha generado más ficción que documento histórico. Tras fallar en su intento de asesinar a Hitler fue ejecutado en la contundente represión que se inició pocas horas después. Curiosamente, o por fortuna, su mujer y sus hijos se salvaron de esa cruel venganza, aunque fueron internados en un campo de concentración. Los testimonios y la vida de sus descendientes en la Alemania de posguerra quizás sirvan mejor para conocer el verdadero talante de este coronel de caballería.

Existe una rama familiar que reside en Madrid. El empresario alemán afincado en España, Sebastian Von Stauffenberg, sobrino nieto del coronel, fue entrevistado con motivo del estreno de la mencionada película “Valkiria” (2008). Lo que más insistentemente repetía era el inmenso orgullo que toda la familia sentía hacia su tío abuelo. Un hombre de exquisita educación, elevada cultura y ética superior. Es probable que estos rasgos facilitasen la reflexión del coronel de que las políticas de exterminios (de enemigos ideológicos y de judíos) y el expansionismo militar exacerbado llevarían a Alemania a inmolarse.

 

Pudo ser razonable que este noble prusiano de educación excelente se horrorizase del trato dado a los judíos y se indignase, conocedor de la estrategia militar, con los planes bélicos del Fúhrer. No obstante tiene una carrera fulgurante de oficial sirviendo en la práctica al ejército germano y no es hasta 1942-43 y tras ser herido mortalmente en Túnez -perdió un ojo, la mano derecha y tres dedos de la izquierda por la numerosa metralla recibida- que se interesa por conocer al grupo militar y civil que estaba planeando derrocar a Hitler. Ese «grupo opositor» deseaba crear un gobierno militar de transición.

En ese plan existía una idea que ha triunfado en otras revueltas contra el poder establecido. Lo hemos visto en la «Revolución de los Claveles» de 1974 en Portugal o en las más recientes de la Plaza Tahrit de El Cairo, en Egipto. Utilizar al ejército o a parte de él para derrocar a un tirano, entregarles el poder a esos militares que gobernarían en transición hasta organizar o elegir a un ejecutivo civil. Eso es lo que pretendió la famosa Operación Valquiria.

 

El fracaso del atentado

 Hasta bien entrado el siglo XXI, en 2004 que se celebró el 60º aniversario, la memoria histórica de Alemania había guardado la ropa con este hito histórico. Aunque fue una muestra de que hubo alemanes que se opusieron a Hitler no ocultaba, como así lo recordó el canciller alemán Gerhard Schroeder en su discurso de los actos conmemorativos, que se trató de grupos reducidos y que la inmensa mayoría de la sociedad germana siguió sumisa al totalitarismo nazi.

Recordados como héroes hoy, pero actores de un fracasado intento de magnicidio que sirvió al régimen nazi para desencadenar una dura represión contra todo opositor, relacionado o no con el atentado de la Operación Valquiria. Se calcula que las represiones costaron la vida a más de 200 personas y cerca de 5.000 fueron arrestadas y llevadas a prisiones por toda Alemania. La represión no paró hasta los últimos días de Hitler, en mayo de 1945.

 

Gustavo Adolfo Ordoño –Historiador y periodista-