Breve historia de la ONU
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, muchos eran los que se preguntaban qué debía hacer la humanidad para no caer de nuevo en esos errores de guerra y crimen. Incluso teniendo precedentes inmediatos como la Sociedad de Naciones, creada en 1919, tras la I Guerra Mundial, que ponía sobre la mesa el intento de las naciones de vivir en paz. Pero estaba claro que tras la Segunda Guerra Mundial eran muchos los que dudaban de la capacidad de la humanidad para conseguir un mundo en paz.
Los precedentes de la Organización de Naciones Unidas
Después de una guerra siempre viene la paz. Esta perogrullada ha sido el mayor problema en la historia. Las treguas muchas veces significaban periodos de descanso y recuperación de fuerzas para volver a reanudar las guerras. Los problemas que causaban los conflictos seguían latentes y los intervalos conocidos como «entreguerras» se caracterizaban por una ciega celebración de la paz, sin apuntalarla y reforzar su validez.
Una clara muestra de esta problemática fue la creación de la Sociedad de Naciones; creada ante la imposibilidad de respetarse y cumplirse los acuerdos internacionales firmados en la Conferencia de París, que puso fin a la Gran Guerra. A los vencidos no se les daba voz en esos tratados, solamente la obligación de firmarlos. Fue el presidente norteamericano Woodrow Wilson quien más abogó por dar a estos acuerdos una plataforma, una especie de instancia internacional superior, que les diera más legitimidad. A todos los Tratados (de Versalles, de Saint-Germain…) se les anexó la declaración de principios del pacto de la Sociedad de Naciones. Curiosamente, los Estados Unidos decidieron salirse de esta Sociedad que propulsaron por vencer la postura aislacionista del Senado, una posición que llevó al país a encerrarse en sí mismo desde finales de la década de 1920.
Nacimiento de la ONU
Cuando las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial se reunieron en San Francisco, Conferencia de San Francisco celebrada entre el 25 de abril y el 26 de junio de 1945, no cayeron en el mismo error que en 1920 con la Sociedad de Naciones. Desde su inicio se pensó en todos los vencidos y fueron invitados a participar como observadores, para procurar un ingreso en la organización conforme a su debido tiempo.
La URSS quiso participar desde el principio porque en la mayoría de los “embriones” de esta organización, acuerdos celebrados entre los aliados occidentales durante la guerra, no había participado. No estuvieron en la Carta del Atlántico, en agosto de 1941, una reunión con el acuerdo firmado entre el primer ministro británico Winston Churchill y el presidente norteamericano Roosevelt, de sentar las bases para un organismo de seguridad y paz mundiales.
La ONU y la Guerra Fría
Avanzando el conflicto, las acciones diplomáticas del gabinete de Roosevelt y la buena marcha hacia la victoria, convencieron a Stalin de participar en ese proyecto de paz que daría un nuevo orden mundial. En San Francisco se aprobó la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, que fue firmada por cincuenta y un estados. Esa Carta era una declaración de principios, que a su vez marcaban los objetivos de esa Organización de Naciones Unidas. Básicamente son:
El mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
El fomento y desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones.
La cooperación internacional para resolver los problemas internacionales de carácter social, económico y humanitario.
El desarrollar y estimular el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
Como en todo periodo de inicio de la paz, las buenas intenciones y esperanzas eran fructíferas. Todo parecía abrir las puertas de un mundo mejor, más seguro y estable. Las rápidas diferencias surgidas entre las superpotencias, vislumbradas en las últimas conferencias de los vencedores en Yalta y Postdam, desencadenaron la guerra fría, mermando con el famoso derecho de veto la capacidad de acción de esta nueva sociedad de estados.
Intervenciones de la ONU, los “Cascos Azules”
Las intervenciones en la convulsa segunda mitad del siglo XX de la ONU se cuentan por centenares. Supone una lista de pocos éxitos y muchos fracasos que nos recuerdan que las naciones están lejos de alcanzar los objetivos en los que se basaba la organización. Entre las intervenciones de los Cascos Azules más destacadas estarían las ya históricas en Chipre, en Palestina, en Líbano, en Cachemira… entre las más olvidables estarían los intentos de resolución en Somalia, las del Congo o las de Ruanda. También en suelo europeo se denotó su falta de verdadera fuerza de pacificación en Bosnia y Kosovo, siempre a remolque de los intereses de las potencias que controlan el Consejo de Seguridad
En estos últimos años Siria, Libia, el “Cuerno de África”, Iraq, Afganistán, Chechenia, Ucrania… deberían ser los mayores retos de esta organización mundial, porque son las «afrentas de la humanidad» que nos obligamos a asumir como comunidad internacional.
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