Descubre las terribles historias médicas de siglos pasados
En la actualidad, la sanidad es sinónimo de salud y progreso, pero si retrocedemos en el tiempo podemos encontrar terribles historias médicas capaces de protagonizar nuestras pesadillas durante unas cuantas noches. Artilugios impensables para cualquier tratamiento actual, enfermedades con efectos desastrosos en la piel y consultas con un aspecto espeluznante forman parte de este universo único. ¿Te atreves a conocerlo?
El horror de la lepra
Pocas imágenes resultan más aterradoras que la de la cabeza de un leproso. La enfermedad de la lepra gangrena los tejidos hasta mutilarlos, por lo que las personas afectadas causaban gran horror y rechazo en quienes las veían. Además, su olor era nauseabundo.
Los efectos físicos de la lepra hicieron que esta enfermedad se asociara al mal y al pecado. Por eso, muchos leprosos sufrieron verdaderos tormentos. En el siglo XIV, un grupo fue acusado de envenenar unos pozos en Francia y condenado a morir en la hoguera. Pero no hace falta retroceder tanto en el tiempo para conocer historias de la lepra realmente terribles.
En el siglo XIX, el médico noruego Gerhard Henrik Armauer Hansen se hizo famoso por descubrir el bacilo de la lepra, pero también por sus experimentos crueles con estos enfermos. En una de sus terribles historias médicas, llegó a inyectar en un ojo de una paciente un aguja infectada de lepra lepromatosa, la más virulenta de todas.
Dentistas de miedo
Una de las profesiones de antaño dentro de la medicina que provocaban más miedo en el siglo pasado era la de los dentistas. Ahora, nos da miedo ir a tratarnos una caries, pero los tratamientos de hace un siglo eran muy diferentes. Caer en las manos de uno de estos personajes sanguinarios, mezcla muchas veces de charlatán y médico, podía acabar en pesadilla.
Sentarse en la silla de un dentista de la época no era ninguna garantía de tranquilidad para muchos pacientes. Y si no, que se lo digan a quienes cayeron en manos de Painless Parker quien, en teoría, apostaba por la odontología sin dolor. Para ello, usaba nada menos que cocaína aguada. Ni así, logró escapar de terribles historias médicas.
Para promocionarse, decidió hacer un show en el que extraía los dientes mientras un músico tocaba. De esta manera, no se oían los gritos de dolor de sus pacientes. Dio un paso más allá cuando decidió pasear su silla en una plataforma con caballos, donde tenía un cubo en el que echaba los dientes que sacaba delante de todo el mundo.
Herramientas para terribles historias médicas
Los médicos y farmacéuticos antiguos tenían herramientas que impresionaban solamente con mirarlas por su aspecto, como los anoscopios y proctoscopios. Su diseño hace que, si cae uno en tus manos, puedas usarlo como decoración de una escena de terror.
Podían llegar a medir hasta 22 centímetros de longitud, por lo que una revisión de la zona podía convertirse en una verdadera tortura. Mejor no pensar que sucedía si, además, el médico no era un especialista en el manejo de estos aparatos…
Trepanaciones o el arte de agujerear la cabeza
En el Neolítico ya se agujeraban los cráneos con objetos punzantes, ya fuera como ritual religioso o como tratamiento físico. Pasaron los siglos y, aunque parezca surrealista, la idea de trepanar una cabeza siguió vigente hasta la época moderna.
Personas que sufrían migrañas o enfermedades como la epilepsia pasaban por médicos con taladros trepanadores en sus manos, que pretendían curarlos. No sabemos si resultaban más prácticos que otras técnicas anteriores, como ir limando el hueso hasta perforarlo con una superficie granulada, o el movimiento de rotación que se hacía para ampliar el agujero cuando se hacía con un instrumento puntiagudo.
En todo caso, las terribles historias médicas que se producían en el quirófano eran dignas de una película de serie B. Aquí puedes ver el instrumental quirúrgico médico del pasado.
Revisiones de próstata
Los dilatadores uretrales que se usaban hace más o menos un siglo para las exploraciones de próstata eran de un tamaño espectacularmente grande y estaban hechos de materiales rígidos como el acero. Por lo tanto, eran extremadamente difíciles de manejar, incluso por los médicos más avezados.
Las escenas dantescas que se producían en la consulta superaban en la mayoría de ocasiones el dolor que había llevado a los pacientes hasta allí y los convertía en verdaderas víctimas de terribles historias médicas y torturas dignas de la Inquisición.
Tratamientos dignos de películas de terror
Una mesa de operaciones de un quirófano de hace 100 años no albergaba ni mucho menos las operaciones de hoy en día.
En el siglo XIX, una niña de 12 años de Londres vomitó una babosa de jardín viva, después de quejarse de molestias durante días. Y no fue la única: llegó a sacar siete más. El médico lo atribuyó a la afición de la pequeña por comer lechugas del jardín, pero no todos los especialistas opinaban lo mismo.
Otro de los científicos que la trató realizó experimentos con babosas vivas mojadas en los ácidos estomacales. Después de todo el sufrimiento, simplemente decidió que la niña tenía problemas psicológicos, que le creaban las babosas.
¡Terribles historias médicas para no dormir que, pese a todo nos siguen atrayendo! Descúbrelas todas en AntiguoRincon.com.
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