Los antiguos gremios de zapateros
Una de nuestras principales intenciones en AntiguoRincon.com es poner en valor todas aquellas profesiones de antaño que con el paso del tiempo están cayendo poco a poco en el olvido. En el post de esta semana recordamos la noble profesión de los zapateros.
Aunque hasta la Edad Media no aparecen escritos relacionados con la profesión de zapatero, sabemos de la profesión en la Antigua Grecia y el Imperio Romano, pero aunque no existiese una reglamentación para zapateros, la labor de hacer calzado debió existir desde que el hombre habitó la tierra y sintió la necesidad de proteger sus pies con pieles y hojas. En Egipto, el hecho de llevar calzado era muestra de una alta clase social.
En la Edad Media, los gremios de zapateros determinaban sus propios códigos y observaban su cumplimiento de forma muy estricta. Un gremio era esencialmente una asociación de productores o comerciantes que se agrupaban para defender sus oficios e intereses económicos. Se concentraban por sectores y actividades productivas en áreas determinadas dentro de las ciudades. Por eso no es raro encontrar en nuestras ciudades calles como Hilanderas, Zapateros o Curtidores, que recuerdan estas antiguas agrupaciones.
De esta manera, hasta la Edad Moderna los gremios de zapateros fijaban los precios, ejercían estrictos controles de calidad y dictaban las ordenanzas para la regulación de la producción, de los horarios de trabajo y de las condiciones de admisión, así como las disposiciones sobre la formación de aprendices y oficiales. Asimismo, supervisaban la vida social de sus miembros.
Quienes deseaban aprender el oficio de zapatero, debían cumplir con numerosas condiciones. Sólo podían ser aprendices aquellos que provenían «de un matrimonio ordenado y virtuoso, tanto por parte de padre como por parte de madre» o aquellos casados con una viuda de zapatero. Además, el solicitante debía haber pasado 14 días en un taller de zapatería para poner a prueba su habilidad y su talento. Tras presentar el certificado de nacimiento correspondiente, pasar el período de prueba y pagar la tarifa del aprendizaje, se cerraba un contrato con el maestro, cuyo deber a partir de dicho momento era transmitir al joven aprendiz todos los trucos del oficio y cuidar de que su moral fuera ejemplar.
El aprendizaje solía durar unos 3 años, y si no podía pagarse la tarifa, unos cuatro años. Una vez transcurrido el período acordado y elaborada la pieza para el examen, el oficial iniciaba un peregrinaje de seis a nueve años para ahondar y ampliar sus conocimientos en otros talleres (en el siglo XVII, la peregrinación fuera reducida a un año y medio, y pasó a formar parte fija del aprendizaje). Durante esos años, el oficial pasaba un mínimo de seis semanas en cada taller; en un documento, y posteriormente en un librito, quedaba anotado el tiempo empleado y el comportamiento que había tenido. Al terminar el peregrinaje, el oficial confeccionaba su pieza de maestría, con la cual demostraba a los cuatro miembros más antiguos del gremio sus conocimientos y su habilidad. En un lapso de ocho días debía confeccionar cuatro pares de zapatos y de botas.
Los maestros zapateros urbanos llevaban una vida muy opulenta, tal como demuestran los documentos preservados hasta el momento.
Los zapateros más pobres se agrupaban en el campo y confeccionaban calzado sencillo para los campesinos: sólido y económico. Los zapateros remendones (afincados en míseros cobertizos) tenían mucha mejor reputación en el campo que en la ciudad, siempre en el caso de que pudiesen remendar un zapato para que pareciese uno nuevo. En las zonas rurales también había zapateros ambulantes que llevaban el taller consigo y que confeccionaban zapatos para los campesinos con la piel que éstos almacenaban en sus granjas.
Uno de los principales museos de Europa relacionados con la temática del calzado es el Museo del Calzado «José María Amat Amer», situado en la ciudad de Elda (Alicante). Os lo recomendamos para saber mucho más sobre la historia del calzado y los zapateros.
En AntiguoRincon.com tenemos distintos objetos relacionados con esta noble y antigua profesión. En nuestra web, como en los talleres de aparado, no faltan los yunques, las estanterías repletas de hormas, los tornillos de banco, las remachadoras, las máquinas ensanchadoras, los burros de zapatero, los martillos o las cuchillas, entre otros.
Tenemos varias hormas de zapatero centenarias, como las que se ven en esta imagen. Con el tiempo han ganado una maravillosa pátina y lustre dándoles una emblemática presentación.
Este burro es una magnífica herramienta general de maestros zapateros para trabajar directamente los zapatos en su parte superior colocando el yunque, que se ajusta al zapato de su cliente.
Una de nuestras piezas estrella es esta caja limpia-botas de origen turco. Está tal cual la conseguimos, con muchísimos complementos maravillosos de esos años… Incluye varias botellas de vidrio para meter los diferentes líquidos y tintes.
Espero que hayáis disfrutado de este breve artículo de la profesión de los zapateros, una profesión de ayer y de hoy.
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