Venus de Medici. Escultura. Altura 1,59 m. Reproducción de gran calidad.

Venus de Médici (Galería Real de Florencia. s.II a.de C.)

Reproducción de gran calidad realizada con mármol reconstituido (polvo de mármol con resina). Acabado con pátina antigua. La pátina de envejecimiento está aplicada con tierras naturales. Texturas marmóreas y pétreas. La  textura pétrea nos sugiere el tacto de un original antiguo.

Medidas: Altura: 1,59 m. Ancho: 50 cm. Fondo: 40 cm. Pesa 50 kg.

Escultura perfectamente preparada para decoración de exterior como jardines y terrazas o para el interior.

La Venus de Médici es una escultura helenística en mármol a escala real   que representa a la diosa griega del amor Afrodita. Se trata de una copia en mármol del siglo I a. C., hecha quizás en Atenas, de un original griego en bronce, siguiendo el modelo de la Afrodita de Cnido,  que habría sido realizada por un escultor en la tradición de Praxíteles.

Las fotografías son la mejor descripción de esta preciosa escultura.

Ref. Exp. Venus Nº 5           Más objetos relacionados con el arte aquí: VIDA GRIEGA.

La Venus de Médici gozó desde temprano de una gran popularidad. Considerada como la diosa más hermosa, recibió el apelativo de «milagro del arte» y se incluyó entre los testimonios más bellos del mundo antiguo. La estatua está documentada en 1638 en la Villa Médicis de Roma y 50 años más tarde se coloca en un lugar central de la Tribuna de los Uffizi.

Fue meta del Grand Tour de viajeros, conocedores y artistas, que la visitaron, copiaron y veneraron reiteradamente, convirtiéndose en una de las estatuas más reproducidas de todos los tiempos, en todos los tamaños y materiales: se realizaron copias en mármol para Luis XIV, reproducciones en plomo para decorar jardines, y vaciados en escayola para los más variados usos; se fundieron pequeñas estatuillas en bronce destinadas a los gabinetes de coleccionistas; e incluso fue copiada en porcelana de Sèvres.

También los pintores se sintieron atraídos por la belleza de la estatua: Botticelli pintó a la diosa pagana en una de la obras cumbres del Renacimiento italiano, y el alemán Zoffany la retrató en el interior de la Tribuna florentina rodeada de un grupo de expertos. Por su parte, escritores e intelectuales ilustrados elogiaron a la estatua por su inigualable belleza, por la «suavidad de la carne, la delicadeza de la forma, el aire y la postura, y la corrección de su diseño». Muchos añadieron comentarios que hablaban de lo difícil que resultaba, en palabras de Byron, «describir lo indescriptible».

La Venus deriva del prototipo de la Afrodita de Cnido (350 a.C.), escultura con la que Praxíteles creó el primer desnudo de una diosa saliendo del baño, sorprendida, en un gesto de pudor. Este signo de recato, que los griegos llamaron aidos, se convirtió en un tema muy repetido en el helenismo, casi un asunto de género: caso de la Venus Calipigia, incluida durante algún tiempo en el Gabinete Secreto por ser «peligrosamente erótica», la Venus Victrix, la Venus Capitolina o su rival, la Venus Médici. La diosa aparece como Venus Púdica, desnuda, con formas realistas, y en una situación cotidiana jamás vista hasta entonces. Acentúa el gesto de pudor los brazos que el escultor romano Ercole Ferrata añadió en una restauración en el siglo XVII.

La «obra auténtica», hoy conservada en la Galería de los Uffizzi, es en realidad una copia en mármol del siglo I a.C. de un original griego en bronce del siglo III a. C., hoy perdido. El Museo Nacional de Escultura posee de esta Venus dos vaciados en escayola de finales del siglo XIX: uno, carente de brazos, del formador italiano Bartolozzi, y otro, con gesto recatado al cubrirse parcialmente, del francés Eugène Arrondelle (1824-1907), quien fuera el encargado desde finales de siglo y hasta su muerte del taller de vaciados del Museo del Louvre. Ambos fueron realizados para formar parte del núcleo principal de copias del Museo de Reproducciones, el más importante acopio de vaciados artísticos formado en España.